
(31/Ene/19) Ella es la mano derecha de su hermano Juan. Hace 29 años, inclusive, que trabaja en el Mercado de Liniers y cuando hay remate en su querida Azul, viaja, haciendo todos los esfuerzos posibles y corriendo contra el tiempo, para estar presente. Se sube a la caja de la camioneta, sombrero infaltable, lapicera en mano, y va registrando todas las ventas que “Juanchi” va haciendo con su rapidísimo martillo.
Ella es María Inés Wallace, o simplemente Inés para todos, o Marini para los familiares y para quienes la conocen de chica.
¿Cómo comenzó a trabajar en la empresa, entre remates de animales y convirtiéndose en una pieza importantísima en el Mercado?. Eso tiene varias aristas que ella, que es maestra jardinera y profesora de actividades prácticas, cuenta con esa forma de hablar tan particular: vivaz, clara, directa, sin vueltas. Como una verdadera taurina con ascendencia en tauro, nada más ni nada menos, por lo que no anda con vueltas y mucho menos cuando le mienten, por allí sí que se pone más firme que nunca para cortar por lo sano.
“Sí, es cierto, soy maestra jardinera y profesora de actividades prácticas. Faltaba un año para casarme y mi papá (Juan Tomás, fallecido en abril de 2012) me dijo que me iba a morir de hambre trabajando de maestra, y me dijo que me fuera a trabajar en el escritorio, en la empresa. “Mirá que yo no sé hacer nada de eso”, le respondí. Pero me dijo que iba a aprender. Así empecé: iba a la oficina, repartía sobres, hacía bancos. Después comencé a encargarme de la cobranza. Transcurrió el tiempo y quedé como encargada de la oficina, totalmente, y un día le comenté a mi papá que quería mudarme al Mercado. “Estás loca!!. Son todos hombres; sabés lo que estar ahí?” fue su respuesta. Pero no me entendía, porque yo necesitaba mudarme al Mercado porque la cobranza está ahí, el movimiento está ahí, y yo necesitaba verle la cara a la gente, saber a quién se le fiaba, quién tiene un problema. Y no es lo mismo que me manden un sobre que diga fulano de tal que mirarle a la cara y hablar de frente” comenzó contando Inés respecto de cómo fueron aquellos comienzos en la empresa que hoy se llama Wallace Hermanos.
Así fue que hace 16 años se fue a trabajar el Mercado de Liniers. “Viajamos un jueves santo. Por más que me dijera que no, yo me iba a ir igual. Juanchi también me dijo que estaba loca de ir al Mercado. Y hoy sigo allí. No sólo eso, sino que fui la primera mujer que estuvo en el Mercado, soy la única consignataria –para ponerle un nombre- del Mercado porque son todos hombres, y voy todos los días de lunes a viernes. Llego a las 5 de la mañana y me voy a las 4 de la tarde, estoy todo el día ahí con la gente y con las vacas, y cuando hay remate en Azul me vengo” siguió diciendo Marini, siempre sin perder la sonrisa y la mirada penetrante, siempre recordando con mucha emoción a su padre Juan Tomás, y también a su madre Melanie (falleció de cáncer hace once años. “Era una mujer increíble”, dice en una charla mano a mano con campoindustria.com, luego del primer remate que Wallace Hermanos realizó en enero en el predio de la Sociedad Rural de Azul).
“¿Cómo veo la ganadería?. Soy una persona que tiene mucha fe y soy muy positiva para todo lo que es el sector. Y me enseñaron que las cosas se solucionan trabajando, poniendo empeño y garra. Por supuesto que hacen falta un montón de cosas más, como apoyo del gobierno, suerte, etc., pero veo que va a repuntar. Hay mucha gente que sigue apostando al campo, porque el campo es muy fiel, no te defrauda, siempre está porque siempre gana, aunque a veces no se gana lo que se espera, pero gana. Hay que seguir apostándole al campo. El Estado acompaña en algunos casos, en otros no: con el tema impositivo a veces está un poco complicada la situación y hay que conseguir muchas emergencias agropecuarias con el tema de los desastres hídricos, tornados, etc. Antes había mucho crédito y ahora no hay, o al menos no hay en las condiciones buenas que se tenían antes. Por ejemplo, se calcula comprar vientres, saco un crédito, pero ahora ese crédito no se tiene. Ahora hay que bancarse solo y entonces se pone más difícil. Pero tampoco es imposible”, siguió diciendo María Inés Wallace, a quien siempre le gusta volver a Azul.
Es que la familia Wallace es azuleña. Juan Tomás y Melanie tuvieron cuatro hijos: Juan (quien este 29 de enero cumplió 53 años), María Inés (quien el 4 de mayo cumplirá 51 años), Hernán (licenciado en economía, con trayectoria laboral en varias e importantes empresas de Capital Federal, como Frigorífico Gorina, Coto y también en la Secretaría de Agroindustria y Ganadería) y Yolanda (quien vive en Brescia, Italia, hace 18 años).
“Cuando papá falleció mi hermano Hernán se hizo cargo del campo que tenemos en General Alvear, porque entre los hermanos reorganizamos las cosas, así que Hernán se vino de Buenos Aires. Es que en un momento nos fuimos a Capital Federal, porque justo Juanchi se fue a estudiar a la Facultad y Hernán entró al Colegio Carlos Pellegrini. Es que papá trabajaba en Buenos Aires miércoles, jueves y viernes y luego se iba a Azul, lo que era un gran sacrificio, así que toda la familia se instaló en Capital. Yo sufrí un poco porque dejé Azul y me costó la adaptación, e inclusive mis compañeras de escuela me cargaban un poco porque venía del interior, ¡pero hoy son mis mejores amigas!. Y ahora soy yo la que está en Buenos Aires y viajo a Azul. Cosas de la vida” terminó diciendo María Inés Wallace, madre de los mellizos Tomás y Belén (estudian agronomía y relaciones internacionales, respectivamente, de 25 años) y Juan Cruz (estudia licenciatura en Historia, 20 años).
Así es María Inés. O Marini. O simplemente Inés. Mano derecha de su hermano Juan en los remates. Líder, por capacidad y personalidad, en el Mercado. Guía, para sus hijos por experiencia de vida en la que tuvo algunos golpes duros, pero salió adelante. La que habla con todos, la que en los remates se transforma en una empleada más anotando las ventas y sacando fotos de los corrales, la que habla mirando a los ojos (es más, su mirada parece que habla…), la taurina hecha y derecha que no se calla nada, la que cambia su voz cuando habla de sus padres Juan Tomás y Melanie. Ella es todas esas en una sola. Transparente, firme, con convicciones, con firmeza y muy segura. Eso es lo que transmite cuando camina y habla, quizá igual a su padre. Aunque el corazón –seguramente igual a su madre- le haga caer alguna lágrima cuando la nostalgia le invade el alma.