
(28/Feb/2019) La visión de largo plazo, la convicción de apostar a la incorporación de nuevas tecnologías, y el complementar estas con procesos cada vez más eficientes, son los fundamentos que marcan la certificación de Buenas Prácticas para labores agrícolas: siembra, pulverización y cosecha.
Al respecto, Agrofy News dialogó con Enrique Kurincic, gerente de Certificaciones Agroalimentarias de IRAM, y con José Luis Tedesco, vicepresidente de AAPRESID, sobre la importancia de la certificación e implementación de la Norma IRAM 14130.
Impulsada por IRAM, CASAFE y AAPRESID, la Norma IRAM 14130-3 tomó como base para su elaboración, el Protocolo de Contratistas de Agricultura Certificada de AAPRESID, los protocolos del programa de Pulverizadoras OK de CASAFE y aportes de otras entidades como INTA, FEARCA, CAPBA, entre otras.
En su totalidad consta de cinco partes: Capítulo 1 “Requisitos Generales”; Capítulo 2 “Aplicaciones terrestres”; Capítulo 3: “Aplicaciones aéreas”; Capítulo 4: “Siembra” y Capítulo 5: “Cosecha”.
En términos generales, estos documentos ofrecen una serie de lineamientos que apuntan a garantizar la salud de las personas y del medioambiente a través de la aplicación de buenas prácticas agrícolas, ambientales y de la organización en las labores requeridas, sean o no tercerizadas. De esta manera, permite al propietario de la maquinaria agrícola optimizar su actividad, y le aporta al productor herramientas de gestión para trabajar con proveedores calificados y confiables.
Al respecto, Tedesco aclaró: “Requisitos Generales es condición sine qua non. Para certificar cualquiera de los siguientes capítulos, primero debe estar certificado el 1, y después se puede certificar el 2, el 3 o todos juntos, depende de cada uno”.
La esencia de la certificación
Al ser consultado sobre la utilidad que tiene para una empresa certificar la norma IRAM 14130, el vicepresidente de AAPRESID señaló: “La norma IRAM 14130 cumple con dos requisitos: por un lado, promueve a la empresa a cumplir con el mejor conocimiento técnico científico disponible y por el otro, con el marco legal vigente y aplicable”. Son los dos pilares sobre los cuales se asienta la norma, por lo tanto, hay cuestiones de cumplimiento que tienen que ver con lo técnico y otras, con lo legal.
Por su parte, Kurincic destacó que ayuda a ordenarse y a mejorar el proceso de gestión interna. En este sentido, argumentó: “En general, el productor agropecuario y el contratista, no siguen un patrón de orden, a veces tienen un montón de registros desordenados y en otros casos, no tienen ninguno”.
En segundo lugar, se refirió al hecho de que la mayoría de las empresas que están en proceso de certificación se dedican a la pulverización, y explicó: “La pulverización es el proceso peor visto”, y ejemplificó: “La gente ve una máquina pasando cercana a la ciudad y se asusta; en cambio, cuando pasa un camión cisterna, no dice nada, y en realidad es más riesgosa la cisterna que la máquina pulverizadora”.
Frente a este escenario, Kurincic reconoció, que si bien muchos de los contratistas hacen bien las tareas, algunos no tanto, y por los pocos que no las hacen tan bien, pagan todos.
¿Qué garantiza la certificación de la Norma IRAM 14130?
Según ejemplificó el técnico y productor, hay empresas de pulverización que no calibran nunca o lo hacen cuando les parece; en cambio, cuando están certificadas tienen un criterio de calibración y de puesta a punto de la pulverizadora. Con la norma se dispone de una periodicidad de verificación de las condiciones técnicas de la máquina, y también hay garantía de que el operario realiza un curso de capacitación.
También hay otras cuestiones que tienen que ver con el uso de elementos de protección personal, y con las condiciones técnicas de la maquinaria. El ejemplo más típico es el de avión. “Hay un porcentaje de la envergadura del avión que el botalón (barra en la cual van los picos para hacer pulverización) debe cumplir, y en muchos casos no se cumple con la norma técnica que establece que como máximo, es el 66% de la envergadura de las alas”, detalló Tedesco y aseguró: “La norma tiene en claro que es lo que tiene que cumplir una empresa de aplicaciones aéreas, y de esa manera, la aplicación se vuelve mucho más eficiente”.
Si bien la certificación es de adhesión voluntaria, aquellas organizaciones aplicadoras que la obtengan conseguirán así un aval de calidad conjunto de sus equipos pulverizadores, de la capacitación del personal y de la gestión de la organización, y con ello la posibilidad de brindar un servicio satisfactorio al productor de cara al cumplimiento de un objetivo común: producir alimentos seguros y de calidad.
Del dicho al hecho
Al ser consultado, sobre cuál es el nivel de adhesión de las empresas a esta norma, Kurincic resaltó que hay una diferencia entre certificación e implementación, y planteó la analogía con un estudiante. El estudiante estudia para saber y cuando termina necesita el título. “La implementación es la parte del estudio y la certificación, sería el diploma. Por lo tanto, la mayoría de las empresas deberían implementar la certificación porque se mejoran los procesos”, enfatizó.
Para el experto, la implementación debería ser mucho mayor y la certificación, por ende, también debería ser mayor porque eso permite diferenciarse de la competencia.
Fuente: AgroFy