
(16/Ene/17) Una serie de ensayos muestra incrementos en la productividad del cultivo al incorporar micronutrientes como zinc y boro al manejo nutricional del cultivo. En efecto, el cultivo de soja demanda mayor cantidad de nutrientes del suelo por tonelada de grano que el resto de los cultivos extensivos sembrados en la región pampeana y, sin embargo, es el que menos se fertiliza.
El resultado es la continua reducción, campaña tras campaña, de los niveles de nutrientes presentes en el suelo. Y si la situación es preocupante para los macronutrientes, que son los habitualmente considerados a la hora de fertilizar, el panorama es aún más grave cuando se analiza a los micronutrientes, que prácticamente no son tenidos en cuenta en las planificaciones agronómicas.
Los micronutrientes tienen un rol fundamental en las funciones fisiológicas de la planta. Por eso las aplicaciones de micronutrientes en etapas puntuales permiten lograr importantes incrementos en el rendimiento. Como establece la Ley del Mínimo de Liebig, el nutriente que se encuentra menos disponible es el que más limita la producción.
Micronutrientes como el boro y el zinc presentan deficiencias muy marcadas en la región pampeana. La base de datos de análisis foliares del sistema Megalab evidencia esta situación, reflejando un alto porcentaje de muestras por debajo del nivel óptimo de distintos micronutrientes. De las casi 2 mil muestras analizadas, el 83% se encuentra por debajo del nivel óptimo de boro, en tanto que el 77% por ciento no alcanza el nivel óptimo de zinc.
Para tomar perspectiva del empobrecimiento de los suelos en materia de micronutrientes, cabe mencionar la investigación encabezada por el Dr. Hernán Sainz Rozas, del INTA Balcarce,que mostró que la concentración promedio de zinc en suelos originales de esta región disminuyó de 4,6 partes por millón a 1,3 partes por millón en la actualidad.
En el marco de esta situación, Yara desarrolló más de 80 ensayos con diversas instituciones y productores comparando la aplicación de una formulación con 10% de zinc, 5% de boro, 35% de calcio y 7% de nitrógeno con lotes de soja testigo. Como resultado, la respuesta fue económicamente positiva a la aplicaciónen el 80% de los ensayos,el mayor rinde representó un ingreso promediotres veces superior al costo de realizar dicha aplicación (3:1). Para más precisiones, la respuesta promedio fue de un incremento de 6% en el rendimiento, observándose respuestas de hasta 14% con una aplicación foliar de 2 litros por hectárea.