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POR DARIO FARIÑA, ENVIADO ESPECIAL A TANDIL. Las vueltas de la vida. O el destino. Hay cosas que se llevan en la sangre y muchas veces no lo sabemos, hasta que las descubrimos. Siempre hay un momento en la vida en la que se vuelve bisagra, de esos que nos cambia la dirección. A veces uno va detrás de un determinado sueño –hay miles de historias así- y de repente todo cambia y se transforma.

Fernando Hernández quizá pudo haber sido un firme y talentoso zaguero central de San Lorenzo de Almagro. Cuando tenía 18 años se había aferrado a ese sueño, pero no pudo ser (en la nota contó detalles de por qué no se dio) y más adelante el Hereford se transformó en una pasión que hoy transmite, naturalmente, a sus hijas Paz y Clara.

Fernando, que anda por el metro noventa de estatura, cabellera plateada que le regaló el paso de los 60 años, de hablar pausado y tranquilo, con la visión periférica ampliada ya que está hablando aquí y sabe lo que está pasando unos metros más allá mientras Rafael está preparando uno de sus animales, estuvo en la Expo Otoño Hereford en Tandil (que se realizó del 18 al 20 de mayo en la Sociedad Rural tandilense).

Accedió a una hermosa charla con campoindustria.com para contar algunas cosas de su vida. Desde que era un pibe hasta estos días, en los que hubo momentos bonitos, otros no tanto, algunos obstáculos lógicos que debió atravesar, algún sinsabor, algún sueño no cumplido y este presente abrazando a la ganadería de una manera apasionada.

Así fue que nos sentamos cómodamente junto con Hernández (es director de la Sociedad Rural Argentina) delante de la tranquera de su corral, mientras los Hereford esperaban a ser preparados, para que contara detalles que fueran realmente atrapantes, en quince minutos de charla (no fueron más porque debía seguir trabajando, ya que la nota la hicimos el jueves 18, cuando se realizó la jornada de Admisión).

“En la ganadería hace 36 años hace que estoy. Y a la cabaña San Edmundo la fundé en 1987. Ya trabajaba en algunos campos de cría, asesorando. Cuando comencé con la cabaña lo hice con dos vacas PR. ¿Por qué arranqué en esto?, porque mi papá (Rubisardo, falleció en 1974) era de Tandil, ya que mis abuelos eran españoles y vinieron a vivir a Tandil, con 3 hijos nacidos en España y mi viejo fue el último que nació en la Argentina. Mi papá de chico se fue a Buenos Aires a trabajar, tenía un frigorífico y yo lo acompañaba al matadero, y mientras él estaba en la oficina yo miraba cómo mataban las vacas. Después él vendió todo eso y compró un campo en San Miguel del Monte, así que ahí comenzó el bichito con el Hereford. Aunque hoy hago Hereford, Angus y un poquito de Shorthorn” comenzó contando Fernando.

¿Por qué elegiste Hereford?

En ese momento había vacas generales, algo de tambo a mano…te estoy hablando del año ´71. Y se pasó un toro Hereford de un vecino. Entonces con mi hermano Pablo, que es menor que yo, lo adoptamos como una mascota, porque era un toro distinto. Cuando empecé con la cabaña yo trabaja en un campo de unos amigos, que era como mi segundo hogar, era peón y también asesoraba unos campos chiquitos. Ellos tenían todo negro, pero yo elegí Hereford, quizá por una cuestión de esa imagen infantil que me quedó. Después la pasión por la genética, por la selección, también por lo comercial, me llevó a tener otras razas. Tuve una vaca Galloway que lamentablemente se me murió que era para un proyecto que quería hacer en la Patagonia y ahora estoy buscando otra para concretar eso. Hoy tengo Hereford, Angus y Shorthorn, ya que las razas británicas son mi debilidad.

¿Vos sos tandilense?

No. Yo viví mucho tiempo en General Belgrano, después en Coronel Brandsen y empecé a administrar y armar una cabaña en Tandil. Mi hija mayor estaba por empezar primer grado y como vivía en el medio del campo era complicado, ya que estaba creciendo y entonces compré una casa en Tandil, así que Clara (la menor), que está acá estudiando veterinaria, y Paz (la mayor, estuvo estudiando Relaciones de Trabajo en la UBA y hoy maneja el PR en la Asociación Argentina de Hereford) crecieron en Tandil. Esta ciudad es parte de mi vida, obviamente, por familia, por tradición y porque mis hijas crecieron aquí.

¿Dónde tenés la cabaña?

Nosotros no tenemos campo propio, por lo que es una cabaña con cierta particularidad. Con modelos de embriones hemos desarrollado puntos en distintos lugares. Tenemos una sede en Arequipa (Perú), en San Luis al lado de la sierra Comechingones, en la Patagonia más precisamente en Pilcaniyeu (cerquita de Bariloche), y tengo vacas que nos dan embriones y están en una chacra en Tandil –que es donde vivimos- donde tenemos los animales de preparación para exposición y algunos toros de venta, y el resto del plantel está desparramado entre Ranchos (provincia de Buenos Aires), Vivoratá que estamos trayendo para Tandil y estoy buscando alguna asociación para hacer con alguien con el pédigree nuestro, y hay un grupito chiquito en Tres Arroyos.

Sin dudas, es una cabaña totalmente atípica…

Y…sí. El año pasado nos hicieron una nota en diario La Nación y fue tan raro lo que leía la gente que fue la nota más leída durante una semana en Internet. También salió en papel. Es que hay muchísimas desventajas que damos, tenemos más desventajas que ventajas en realidad. La única ventaja que tenemos es que con tantas mudanzas y con la exigencia que tenemos a nivel selección por rusticidad el tipo de animal nuestro tiene tanta exigencia sobre el lomo que esa rusticidad hace que podamos llevar embriones a Perú y que en el desierto funcionen sin problemas, así como en San Luis. Inclusive hoy estamos haciendo genética en Cusco a 4.200 metros sobre el nivel del mar. Como siempre digo, tratamos de que nuestra debilidad sea parte de la fortaleza.

Además, Hereford se la banca en el frío, en el calor y donde sea…

Yo digo que las razas tienen que ver con el criador haga lo que haga con ellas. Te preguntan si el Hereford es un poco más delicado, y yo digo que no, que si lo hacés rústico no es delicado. Siempre invito a todos a ver mis Hereford a ver si son delicados. Si se le ofrece poco a la hacienda en cuanto a confort, comida, cuestiones que le harían más fácil la producción, y si se le exige mucho termina siendo un animal noble, rústico obviamente y rentable. Porque cuando tenés comida podés tener más animales y cuando no hay comida, como pasó este año, se la aguantan. Yo tengo clientes que nos compran toros, que tienen campo de cría, como en Cañuelas que es un caso que nos compra desde hace veinte años, y dice que esas cosas de la rusticidad es cuando las apreciás, sobre todo en estos casos. Muchas veces está la contrapropuesta cuando dicen que tienen campo bueno, y les digo que tengan más vacas. No les recomiendo que tengan animales más grandes, sino más cantidad.

¿Ahí está el verdadero negocio de la cría?

El negocio de la cría, en realidad, no es la cantidad de kilos individual sino la cantidad de kilos global. Y a la cantidad de kilos global la dan muchas vacas por hectárea. Hay muchas teorías y yo estoy convencido de que la mía es la mejor y por eso la hago, y porque he visto otros modelos. Yo asesoro a otros campos y también he ido a preparar animales, y uno ve otra genética, otro manejo, y sacás conclusiones. Porque si uno está encerrado en lo de uno, eso no se ve. Yo tuve la suerte de hacer lo que hago porque vi lo que vi, y también fui armando la cabaña comprando donde pude comprar distintas genéticas.

Elegiste ese camino y te fue bien…

Y también tuve la suerte, aunque fue desgracia para el país, que cuando arranqué con la cabaña  al poco tiempo hubo liquidación de cabañas viejas, tradicionales, y siempre apunté a comprar vacas viejas de esas cabañas porque eran vacas que hacía mucho tiempo que estaban en producción y por alguna razón habían quedado produciendo. Te cuento que compré en una cabaña muy vieja una vaca que en el catálogo había tenido siete partos con ocho dosis de semen y esa fertilidad, ese producto, lo trasladó a la cría que dio con un toro que también era fértil. Ahí compré garantía. Algunas se murieron a los dos años, porque eran viejas, pero lo que me quedó fue muy bueno. También compré en remates o en exposiciones algunos animales que no me funcionaron pero son las que me permitieron tener la conclusión a la que finalmente llegué.

¿Con qué plantel contás sabiendo que tenés tantos animales desparramados?

Hay que decir también que yo tuve algún problema personal, como divorcio, y la época de la seca grande más la 125, así que sufrí unas combinaciones que me hicieron perder mucha vaca, prácticamente casi todas. Después las fui recuperando. Fui comprando vacas viejas que había vendido, fui armando con embriones que me quedaron y así comencé a rearmar la cabaña. Hace tan sólo diez años que la rearmé. Yo vendía en Brandsen alrededor de 120 toros por año cuando hacía un remate dentro del campo en el que vivía, al que primero asesoré, luego lo administré y después se lo alquilé a los dueños que vivían en el exterior. También algunos toros particulares, así que vendía 130/140. Después llegó la hecatombe que te conté, post kirchnerismo, divorcio, etc, y durante dos años no vendí nada. Luego vendí dos, después tres, después cinco y me fui recuperando. Hoy, vacas en producción debe haber unas 120 entre las distintas razas, y con embriones –que estoy poniendo en convenio, es decir embriones de mis vacas que pongo en sociedad con amigos o con gente que le gusta lo que hago- tengo también muchas, y tengo terneros que me ingresan vía convenio.

¿Hereford, Shorthorn o Angus, cuál te gusta más?

A mí me gustan las tres razas, porque me parecen tres razas nobles, buenas, y bien trabajadas dentro del modelo que yo hago, me gustan las tres razas por igual. Hay un sentimiento con Hereford por haber empezado con esa raza, a mis hijas también les gusta Hereford y de hecho una de ellas trabaja en la Asociación y es presidenta del Ateneo Juvenil. Pero me gustan las tres, aunque por una cuestión comercial tengo más Angus y Hereford que Shorthorn.

¿Con qué expectativas fuiste a la Expo Otoño de Tandil?

Vinimos solamente a mostrar. Llegamos con un toro coparticipado con una cabaña que estoy administrando en Tres Arroyos, que se llama San Miguel. Y una vaca con cría, que vendimos la mitad el año pasado en un remate en Tandil y la compró un amigo, Carlos Bianciotti, que tiene la cabaña La Rubia en Trenque Lauquen. Mostramos un poco lo que hacemos, como hacemos siempre en las exposiciones. Lo mismo hacemos en Palermo. No somos una cabaña que venda mucho en las exposiciones, pero mostramos, independiente de quién jure e independientemente de los premios, eso no nos importa. Mostramos lo que hacemos.

¿Si volvieras a nacer, harías todo igual que en tus sesenta años de vida o cambiarías algo?

Algunas cosas las haría distintas, aunque esto lo digo con el diario del lunes. Pero amo lo que hago, mis dos hijas están ligadas a lo que hago, así que algo bien he hecho y eso es lo más importante. Tengo pasión por lo que hago y a todo lo de la ganadería lo volvería a hacer. Quizá me hubiese ido a probar en el fútbol más joven, porque fui a probarme a los 16 o 17 años, y eso es lo único que cambiaría.

¿A dónde fuiste a probarte?

A San Lorenzo, porque soy hincha del cuervo. Pero fui grande y me pasó algo increíble. Yo jugaba de 2 y en esa prueba éramos 22 desconocidos, como pasa siempre. Y en ese puesto es imposible todo. El que nos probaba estaba parado en la mitad de la cancha. Era en la Ciudad Deportiva vieja, en el año ´78. Resulta que saqué la pelota pero me fui eludiendo gente y llegué hasta la mitad de la cancha, le doy el pase a un compañero y lo que hice inmediatamente fue mirar al entrenador que supuestamente debía estar mirando. Pero estaba hablando con el Gallego Insúa, que recién había debutado en la primera de San Lorenzo; estaba de espalda a la cancha y no vio lo que yo hice. Ahí dije chau, ya fue. Era el destino. Si me hubiera visto quizá quedaba o me daba otra posibilidad, pero no pude ser.

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(Por Darío Fariña, enviado especial a Tandil. Campoindustria.com estuvo en la Expo Otoño 2023 con el apoyo de: Asociación Argentina Criadores de Hereford, Cabaña La Camila, Cabaña San Edmundo, Cabaña Los Gringos, Pequeños Gustos, Cabaña Los Ceibos, Asociación Criadores de Shorthorn, Cabaña Doña Angélica, Cabaña Santa María y Cabaña San Antonio).

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