

Los Prataviera inauguraron su planta láctea en Calchín Oeste
En Calchín Oeste están de fiesta pues una factoría hija de esa comunidad, timoneada por tres generaciones de una familia de impronta tenaz y designio inconmovible, inauguró una que industrializa leche recogida una importante cantidad de tambos de la zona.
15 de julio de 2025 Campo Industria




Hay proyectos que se coronan, pero tienen un recorrido de décadas de esfuerzo y talento, en un contexto que no siempre abona sueños.
La empresa Alna, de la familia Prataviera construyó una nueva planta industrial en esa pujante localidad del departamento Río Segundo, a unos 140 kilómetros de la capital provincial. Calchín Oeste tiene unos 800 habitantes, que hace pocos días sonrieron con mueca de placidez, de esas que apuntalan sueños.
“Llegó el gran día de corte de cinta de nuestra planta láctea, la que siempre fue nuestro sueño familiar. Es toda una pasión que se lleva en la sangre querer mantener el legado de los abuelos y padres. Como tercera generación mantenemos en vilo el deseo de los quesos, darle valor y generar movimiento en los pueblos”, trazó emocionado Gustavo Prataviera.
La cruzada productiva comenzó en la década del 40, a partir de elaborar quesos sin bautismo de marca y que, con el correr de los años se transformó en el Establecimiento Lácteo San Marco. Cuando se inició el presente siglo, comienzan a tomar carnadura los sueños que habitaron a los pioneros.
La planta cuenta con 800 metros cuadrados cubiertos con un nivel de automatización importante, con objetivos ciertos de crecer en eficiencia: reposa en la tradición pero está abierta a los desafíos que los consumidores demandan.
“Hace 12 años que estamos invirtiendo en los cimientos para hoy estar cortando cinta. Es un gran día”, memora Gustavo Prataviera y refrenda: “Mi historia radica dentro de la industria, me crie en una fábrica y de ahí nace el deseo. Contamos con un tambo propio al frente de la fábrica que produce 15 mil litros diarios que todos van a ser procesados en nuestra planta”.
En la familia, cada quien tenía una labor asignada: “Mi padre estaba a cargo de producción primaria en la planta de San Marco, entonces tenemos varios productores conocidos a los cuales prestamos servicio de picado y hoy nos motivaron a abrir la fábrica porque nos entregan la leche”, recorre.
En un comienzo, la naciente factoría saldrá con variedades de queso sardo, tybo, cremoso, crema de leche y todos sus derivados, a partir de una capacidad instalada para un comienzo es de 100 mil litros. “Tenemos las marcas Alna y Arroyo Calchín. La logística apunta a un desarrollo en espiral, desde la región hacia las grandes ciudades, a medida que vayamos incluyendo la producción de nuestro tambo en la planta. Por ahora estamos haciendo pruebas con 6.000 litros semanales a partir de tinas que son de 3000 litros”, describe.
El tambo
“En cuanto al tambo, cuando surgió la idea de hacer una empresa vertical, el propósito fue darle mayor valor agregado a la leche, pensando en crecer con la unidad productiva, levantarlo de escala, tenemos posibilidades de crecer en el mismo tambo. Allí estamos en un promedio de 33 litros por día por vaca”, transparenta Gustavo Prataviera. Este objetivo se alcanza a partir de un nivel genético con 30 años de trabajos de inseminación artificial.
Desde la Secretaría de Industria de la provincia, Ignacio Tovo reflexionó sobre este paso gigante de esta prometedora industria: “Valoramos la apuesta a agregar valor a la materia prima que se genera y el desarrollo de una cadena integrada. Esto es una muestra más de integración, del riesgo empresario asumido invirtiendo. Esperamos que esta inversión se traduzca en éxito, no solo empresarial sino que vuelque en generación de empleo y en el desarrollo general de la localidad”.
Tovo observó el momento del sector como un escenario en transición de modelos económicos. En muchos sectores hay reacomodación a las nuevas variables. Dentro de este semáforo, tenemos de todo. Algunos sectores están en amarillo con reconversiones de por medio, sectores que están en verde, y sectores que están en rojo porque al haber cambiado las condiciones de apertura muy marcada y rápida a las importaciones les ha llegado la hora de competir sin tener los elementos necesarios para hacerlo”.
Como un profeta que mira el recorrido realizado, los Prataviera recuerdan que el nombre ALNA es por Al, por Alfredo; y Na, por Nahiri, nombre del padre y madre de una criatura que ya cortó cintas en un pequeño poblado cordobés, y va por más.
“Esto es un sueño que empezó hace muchos años, y hoy lo vemos hecho realidad”, indicó Gustavo Prataviera integrante de la familia Prataviera, comparte con emoción los desafíos, la historia y el compromiso que dieron vida a esta planta que transforma el trabajo del tambo en valor agregado local.
Fuente: https://www.todolecheria.com.ar/
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