Mario Esnal: “Yo siempre digo que soy feriero, no soy comisionista, porque a mí me gusta la feria”

POR DARIO FARIÑA. Todos lo conocen como feriero y/o como futbolista. El celeste y blanco que vistió por años de su querido Ferro Carril Sud pesan más que el blanco y negro de Estudiantes o el celeste de la selección de Olavarría, y por el fútbol hizo sacrificios enormes, pero las vacas le fueron ganando el corazón a tal punto que toda su familia quedó envuelta junto con él en esta actividad.

Cosechó, y sigue cosechando, muchos amigos Héctor Mario Esnal. Mario, para todos. Del deporte tiene amigos de camisetas diferentes, y del campo también. Hoy, desde hace 24 años –que se celebran en mayo- es el representante de una de las consignatarias más reconocidas del mundo ganadero, como Alzaga Unzué y Cia SA.

Arrancó de pibe, con 19 años, en la tradicional Casa Zubillaga. Los vaivenes económicos lo hicieron buscar otros caminos y allí comenzó a transitar esta senda junto con su hermano Ricardo y actualmente con su hija Guadalupe. También su hijo Sebastián y su compañera de vida Estela lo secundaron en su momento, pero Dios quiso que no pudieran seguir.

El dolor en el alma y en el corazón no lo hizo aflojar. De madera fuerte, sigue su camino mirando al frente.

Los golpes de la vida lo siguieron curtiendo y hoy, con casi siete décadas sobre la espalda, sigue firme como cuando era un pibe de 19, vendiendo vacas, haciendo amigos, haciendo el camino de siempre. En una charla con campoindustria.com, antes de celebrar este viernes 31 de mayo el remate “24º Aniversario” habló para contar su trayectoria:

“El 8 de mayo del 2000 abrimos la oficina en Bolívar 3355. Y primero estuve 23 años con Casa Zubillaga. Entré a los 22 años y me fui a los 45. Y 24 años con Alzaga Unzué. Yo me fui a fines de abril y Zubillaga cerró a fines de junio” comenzó contando Mario Esnal, en su oficina de la calle España.

Vamos por parte y por historia. ¿Cómo arrancaste en Zubillaga y por qué?

En realidad yo arranco a los 17 años con Mateucci y García. Y estuve 3 años con esa firma. A mí siempre me gustó el tema del campo y estábamos relacionados porque en la familia éramos del campo. Y a media cuadra de mi casa vivía Belinchón, que era el representante de Mateucci y García, después de Fal. A los 20 años me voy, después me sortean para ir a la colimba, pero me salvé por número bajo y a los 22 años entré en Zubillaga, hasta los 45 años, y de ahí hasta el momento con Alzaga Unzué. En suma 50 años en esto, más los 19 cuando entré, son los 69 que llevo encima. El 10 de diciembre “mayo” los 70, el día en que asumen los presidentes, el Día de los Derechos Universales del Hombre.

¿Te gustaba el campo, pero entraste y empezaste a cebar mate después de ir a los remates, como arrancan todos?

Así arranqué, con Mateucci y García cebando mate, yendo a los bancos a hacer algún depósito y yendo a la Municipalidad a sacar los papeles que eran remisiones, permisos de marca o guías. Hasta la fecha.

¿Y te gustó...?

Sí, siempre me gustó. Y me gustó mucho la actividad y me gustó mucho la feria. A partir de que empecé a andar en la feria apartando vacas, eso es lo que más me gustó. Sí, siempre. Y a los 23, 24, cuando empezamos con las guías y eso en los remates nos íbamos a las 9 y media, a las 10, a las 11 de la noche cuando terminábamos el remate con las guías y todo eso.

Pero seguís firme haciendo lo mismo…

Y hoy tengo casi 70 años y nos seguimos yendo a las 11 de la noche terminando las guías porque en el último remate sin ir más lejos con mi hija (Guadalupe) nos fuimos a las 11 de la noche de la feria de sacar las guías. Pero lo hemos hecho toda la vida, primero uno lo hace por gusto y después por necesidad y hoy día realmente la feria siempre me gustó. Yo siempre digo que soy feriero, no soy comisionista porque a mí me gusta la feria.

¿Y el trabajo mezclado con el fútbol y con las bochas?

Sí, sí, deporte toda la vida y con el fútbol en esos años de juventud…totalmente. Mirá, infinidad de veces terminábamos tarde de trabajar e íbamos a entrenar, infinidad de veces. En una época que jugué en Azul también teníamos que practicar al menos 1 o 2 días por semana en Azul y salía del laburo y me iba para allá, así que regresaba a las 11 o a las 12 de la noche. En una oportunidad, jugando por Estudiantes enfrentamos a Ramón Santamarina de Tandil, estábamos preparándonos para el Regional y me hice una esguince de tobillo; llegué con el tobillo inflamado al máximo y al otro día me puse a las 6 de la mañana unas botas porque había que encerrar en Zubillaga. Trabajé todo el día cuando y me fui a sacar las botas a la tardecita no me salían. Anécdotas así hay unas cuentas.

¿Arrancaste en Ferro jugando al fútbol, no?

En el 80, cuando viene el negro Artero -porque yo jugué con Estudiantes del 77 al 79, campeón del 77, subcampeón del 78, campeón del 79- me fui. Hasta el 79 dirigió (Juan  Alberto) Stefanoni. Pero en ese Regional del 80 no lo juego porque viene Artero y empieza el trabajo en doble turno, y como yo trabajaba en Zubillaga no podía hacer doble turno. Pero salí de Ferro, jugué toda la vida ahí, y después de Estudiantes volví a Ferro, para Alumni de Azul voy en el 82. Eran dos campeonatos y ganamos uno, Atletic ganó el otro, así que jugamos la final y perdimos 13 penales a 12, pero a Atletic voy de refuerzo para el Regional con un equipo netamente profesional.

¿Y cómo hacías para entrenar?

Había que ir también tres veces en la semana y viajaba, no quedaba otra.

¿También jugaste en la selección cuando te llamó Vicente Martín que estaban todos los pibes de Ferro?

No. Vicente Martín me lleva a la selección cuando están los jugadores de Loma Negra, que se gana el Campeonato Argentino, y en ese equipo estaban el Chueco Alves, Barbieri, aunque estuve antes en la selección, en el 74, 75, en la época de Fernando Salgado. Yo tenía 20/21 años. En el 74 Jugamos con el San Lorenzo, campeón, en cancha Estudiantes. Ahí fui con otro de Ferro, como Pati Férez, también estaba (Juan Carlos) Trinidad, que no sé si había venido de Estudiantes o de Racing, y le ganamos 4 a 3. En el 75 viene Independiente con Percy Rojas, Bertoni, Bochini, ahí 4 a 0 ganó Independiente.

¿Después de tantos años de feria? ¿Cambió algo? ¿Qué cambió?

Me agarraste en medio de sorpresa con esa pregunta. No demasiado, me parece, no demasiado. El productor es lo más valioso que existe en esta actividad,  la gente de campo es muy buena en líneas generales. El hombre de campo es servicial.

Pero hay cosas que cambiaron, ¿o no?

Claro que sí. Cambió, te podría decir, que el feriero antes salía todos los días al campo a visitar al cliente y el cliente te atendía de la mejor manera, como posiblemente te sigue atendiendo ahora, pero con la diferencia que antes el productor estaba en el campo. Y ahora si vas a 10 establecimientos en 7 te encontrás con la tranquera con candado y en los otros 3 que entrás generalmente no está el patrón. El patrón vive en la ciudad o en otro lugar y el que está es el peón, antes era diferente, antes estaba el productor en el campo.

¿El feriero sigue yendo al campo?

Y, no, producto de eso. Primero que con el teléfono y eso el productor ahora te llama y te dice te espero mañana a las 12 que voy a tener la hacienda encerrada, por decirte algo, antes no. Y ya te digo de 10 productores antes a lo mejor había 7 en el campo, ahora hay 1 o 2, viven en la ciudad, tiene personal, se conecta con el teléfono y antes no existía eso.

¿Cómo se produce el contacto con Alzaga Unzué?

Es una historia medio larga. Te la cuento. Las cosas, en las consignatarias o en las casas ferieras, nos agarra una época muy negativa, porque las financieras se caen, también se caen los bancos, se cae el tradicional Banco Olavarría,  el Banco Edificadora y también le pasó a las casas de remate, a consignatarias locales. Yo te puedo nombrar a Falabella, Zubillaga, la Cooperativa Agraria, no quedó nadie lamentablemente, producto de un cambio fantasmal que hubo en esa época financiera.

Con su ladero, el martillero Federico Córdoba, y con su respaldo, Matías Gómez Alzaga, en un remate en la feria de la Sociedad Rural de Olavarría. Como hace 24 años...

Momento terrible para el sector y para todos…

Sí. Todo se caía a pedazos. Y no fue la salvedad lamentablemente para Zubillaga. Yo siempre mantengo lo mismo: el doctor Andreu y su hermana Amalia fueron tan fieles a su personal que a pesar de que ellos veían que la cosa no iba bien no quisieron dejar en banda a la gente que hacía 10, 15, 20 o 30 años que estaban trabajando con ellos, y trataron de mantener el personal que tenían hasta último momento.

Momento durísimo para el sector…

Lamentablemente no zafaron como no lo hicieron tampoco otras firmas como Azcona, Ganadera de General Alvear, grandes empresas que quedaron en el camino y Zubillaga no fue la excepción. Entonces las cosas venían muy mal, año a año era un escalón que veíamos que veníamos bajando y uno tenía que ir viendo la posibilidad de buscar nuevos horizontes o nuevas actividades porque la cosa se sabía que al final, tarde o temprano, llegaba.

¿Y así llegaste después a Alzaga Unzué...?

Analizando eso que te comenté antes llego al directorio de la firma Alzaga Unzué a través de un amigo que me hace un contacto para tener una reunión con ellos y me dieron la representación en abril del año 2000, y en mayo del año 2000 dimos el primer remate, hasta la fecha 24 años. Te digo más y te voy a hacer una salvedad: no siendo la pandemia, nunca dejamos de dar un remate mensual en Olavarría en 24 años.

Y ahora con Guadalupe, tu mano derecha, que aprendió mucho y rápido…

Sí. Primero arrancamos con mi hermano (Ricardo) que también había sido muchos años empleado de la casa Zubillaga, después seguimos con Sebastián y ahora estamos con Guada. Le gusta el trabajo. Hasta la pandemia fue un tema de abrir mañana y tarde, después de la pandemia solamente empezamos a abrir a la mañana.

Y vas a seguir trabajando siempre, toda la vida, porque te encanta…

Sí, tal cual. Primero porque me siento bien, me siento con las mismas ganas de siempre, el negocio ha cambiado fundamentalmente. Yo nunca pensé que las vacas se podían vender por televisión como se venden ahora, pero las cosas van cambiando y uno se tiene que ir adaptando, así que la idea es seguir por lo menos hasta que me dé el físico. Es lo que he hecho toda la vida y me siento cómodo, me agrada que un cliente venga nada más que a tomar mate, no a traerme un negocio. Pero los clientes a través de los años ya son amigos y realmente me siento cómodo, me siento bien y, te reitero, voy a seguir hasta que me dé el físico.

FOTOS: campoindustria.com y Jimena Di Dino.