

Carlos “Talo” Reguera: “Acá tenés que invertir, y nosotros elegimos invertir de manera cautelosa pero venimos a Palermo a competir”
El productor –y abogado- que nació en La Plata tiene su cabaña en General Madariaga. Debutó en Palermo en 2024 y en la 82ª Expo Otoño volvió con más ganas y su toro junior colorado se volvió con una cucarda. Cuenta su vida, una historia rica en matices que le permitieron ir decorando un camino de esfuerzo, de caminar codo a codo, en un entorno familiar y con objetivos claros con Santa Cecilia.
Expo Otoño Angus 202529 de mayo de 2025




POR DARIO FARIÑA, ESPECIAL EN PALERMO. Pincharrata a muerte, abogado, cabañero, padre de familia, nuevamente estudiante a los sesenta y pico, soñador, sensible. Ese es Carlos Reguera. “Talo” para todo el mundo. Con su cabaña Santa Cecilia tuvo su debut en 2024 en Palermo, y en 2025 participó –ya subiendo un escalón más- en la 82ª Expo Otoño Angus, en la pista indoor palermitana, acompañado de su cabañero Ignacio Ledesma y de su hijo Joaquín.
En esta oportunidad se vuelve para su campo, en General Madariaga, con una sonrisa de oreja a oreja y el pecho inflado. “La cabaña está sobre la Ruta 56, a la altura del kilómetro 44. Van a ver un cartel de 7 metros que dice Cabaña Angus Santa Cecilia” dice riéndose este hincha fanático de Estudiantes de La Plata, primo de Miguel Angel Reguera, quien jugó en la primera pincha hace ya muchos años.
“Mis cinco hijos también son pincharratas” aclara, por si hacía falta en una linda charla que tuvo con campoindustria.com, después de la jura de clasificación que estuvo a cargo del uruguayo Andrés Peñagaricano, para hablar de todo. Su toro junior, un colorado, le ganó la 10a. categoría al de Ricardo Ziegenfuhs.
De los inicios de la cabaña, de su esposa (Sara Durán), de sus hijos. No pierde la sonrisa, ni cuando habla en serio, porque transmite serenidad y optimismo, y –como buen abogado- elige bien las palabras para decir lo que siente. Aunque se emocionó al final, cuando le pide a Dios muchos años para seguir disfrutando de la vida, de la familia, de su Santa Cecilia. Una charla imperdible.
Talo, segundo año en Palermo. El año pasado ya habías venido, habías debutado…
Habíamos venido, habíamos traído una vaquillona intermedia y un toro menor. Fue nuestra primera experiencia, sacamos un cuarto y un quinto puesto. Era la expectativa que teníamos. Pero lo más interesante que de la información que retuvimos, de estas conversaciones que se hacen entre mate y mate, entre cigarrillo y cigarrillo, donde la gente se abre totalmente y te proporciona conocimientos y qué sé yo, a nosotros nos sirvió para ordenarnos internamente como para planificar el trabajo. Yo tengo una frase que dice: “el esfuerzo en este negocio no basta con levantarse a las cuatro de la mañana”. Además hay que planificar, ejecutar, tener compromiso. Y esa fue nuestra lectura.
No arrancaste mal…
Te cuento. Con mucho entusiasmo fuimos a la Expo Primavera y llevamos un torito que salió segundo en la serie, lo pusimos a la venta a pesar de que nos habíamos encariñado, porque de alguna manera dijimos “bueno, mostrémosle al mercado que estamos acá presentes, levantemos la patita como cuando el perro hace pis”. Y no fue bien para una cabaña que hace ocho años está hecha, hubo puja, lo compró una cabaña de Córdoba y para nosotros fue una experiencia inolvidable. El año pasado nuestro objetivo era pasar la admisión y este año cuando vinimos ya la admisión era un trámite, jajaja. Así que sin duda queríamos mejorar las posiciones del año pasado.
¿Qué cambiaste del año pasado a este?, ¿qué incorporaste?
Fundamentalmente, nosotros hacemos puros controlados. Y tenemos padres de pédigree para servir a las puras controladas. Empezamos a hacer nuestros propios pédigree y mi cálculo era tres puros controlados por un pédigree. Entonces dije, invertamos, porque hay que invertir, ¿eh?. Compramos dos vaquillonas preñadas, buenas, de cabañas prestigiosas, y tuvimos la suerte de que nos salieron dos toritos. Así que, digamos, a los 18 meses ya los empezamos a probar con algunas vacas reducidas para ver qué salía. Y el año pasado empezamos con embriones, que nunca lo habíamos hecho. Probamos con 10 embriones, salieron 3, y eso está para nacer este año, más dos vaquillonas y dos vacas adultas, multíparas, que son de pédigree que esperamos que nos den este año siete ejemplares más. Y ahí estamos haciendo escala.
¿Qué balance hacés de esta 82ª Expo Otoño?, ¿cómo te fue?
A ver, dado que no tenemos escala íbamos a traer dos toritos y al final trajimos uno de 17 meses, compitió en junior, un colorado, y nuestra expectativa ahí era ganar la serie. Era muy parejo con el otro competidor, y por suerte la varita cayó para el lado nuestro y pudimos salir primeros. Claro, uno no se queda conforme. Y pasar al campeonato, que fue nuestra primera oportunidad sobre cuatro ejemplares, era una expectativa enorme. Arañaba, lo voy a confesar con sinceridad, un tercer puesto. Un tercer puesto ya era un regalito. Si hubiera sido gran campeón, o campeón, o reservado campeón, te hubiera dicho en este mismo reportaje que era inmerecido.
¿Por qué?
No por el animal, sino por nosotros. Porque tiene que haber un equilibrio entre el resultado y el trabajo, y yo creo que todavía estamos para aprender. No cayó la varita para nuestro lado, nos quedamos con el cuarto lugar pero tuvimos la satisfacción de pasar a la rueda de campeones. Y eso no te lo quita nadie.
Además porque te va alimentando las ganas, te va alimentando las expectativas, y te va alimentando las ganas de seguir creciendo, de estar acá. Y medirte
Totalmente. Además de los valores que ya te marqué recién como esfuerzo, sacrificio, compromiso, responsabilidad, planificación, ejecución, porque a veces cuando planificás no lográs por distintos factores ejecutar todo lo que pensaste. Además necesitas invertir. Acá tenés que invertir, y nosotros elegimos invertir de manera cautelosa. Venimos a competir. No para llevarnos al gran premio. Venimos a competir para aprender y esto es formidable, porque después lo volcás -como yo te decía al principio- puertas adentro. Entonces seguramente la semana que viene tendremos asado de por medio, un análisis de toda esta situación, donde cada uno de los que compone el equipo va a dar su opinión, y en función de eso ajustás.
Y además va ganando en calidad...
Y además vas ganando en calidad, sí. Si bien los DEPs, en mi modesta opinión, no son definitivos, es una guía. Yo, como que le voy apuntando a más cosas a medida que transcurro en esta competencia. Al principio le prestaba mucha atención al peso por nacer y al peso al destete.
¿Y hoy?
Ya el año pasado empezamos a incorporar el tema de la altura, el tema del peso final, el área de ojo de bife. Es decir, vas incorporando cosas. Si me hubieras preguntado por esos valores el año pasado, no hubiera sabido qué decirte. Ya ahora le empezás a apuntar a todo eso. No son orientativos, pero te sirven para medir, que es la función que cumplen. Y te sirven para elegir qué es lo que querés en el campo.
¿Y qué querés en el campo?
Nosotros buscamos un animal comercial y buscamos el equilibrio que entre lo que venimos a exponer sea equilibrado con lo que tenemos en el campo. Porque eso es lo que podemos hacer. Al menos en esta etapa. Y cuando hacemos el remate, que este año lo haremos el 3 de octubre, un viernes, nosotros lo mostramos al toro que ganó. Para que la gente lo compare. Para que compare lo que están a la venta con los que participaron y pudieron sacar algún premio. Ojo, yo también entiendo que el premio es muy subjetivo porque depende del juez pero si te tocó y que otro lo ponga, vos podés decir el mío es el mejor. Pero no sirve. A vos te sirve que otro con autoridad te lo califique. Y bueno, si te tocó, bien hecho.
¿Cuándo y por qué nace la cabaña Santa Cecilia?
Esa es una historia interesante. Yo tengo la fortuna de tener una mujer pampeana de campo. Es ingeniera química. Nosotros tenemos un negocio, una empresa, una industria química. Y hace unos años nos retiramos del día a día. Sara quería únicamente dedicarse a sus hijos y yo me sentía con energías y con ganas de seguir haciendo cosas, así que le propuse comprar un campo. Compramos el campo hace nueve años, un campo en General Madariaga, sobre la ruta. Yo me había anotado que tuviera árboles, que tuviera luz eléctrica, que quedara sobre la ruta, y después acomodar al precio, ¿no?. Lo conseguimos y ahí empezamos.
Todo bien programado…
Me tomé un año sabático y me fui a la facultad de veterinaria para anotarme en la materia de cría de bovinos, casi pidiendo por favor. La persona que me atendió me dijo “¿Usted es recibido de alguna facultad que dependa de la Universidad Nacional de La Plata?. Sí, yo estudié abogacía. No la ejerzo hace muchos años. “Bueno, usted tiene derecho a participar de una materia de la currícula”. Así que me anoté como alumno regular. Ya para mí eso era ganar. Mis compañeros tenían 20 años y yo era un pelotudón grandote, pero me contagiaron, tomábamos mate, en la clase por ahí estaba un perro, nadie le prestaba atención y volvía a salir. Me rejuveneció, me sentí un estudiante de nuevo. En mi vida de universitario había logrado hacer un apunte como la gente y en esta materia tenía un apunte de la gran siete y todos mis compañeros me lo pedían, jajaja. Así que fue una experiencia maravillosa. Y ahí arranqué contratando a los profes de esta materia, empezamos a trabajar juntos, me hicieron el proyecto. Cuando se lo aprobamos con Sara yo les pedí que nos acompañaran porque vi que en los cinco años que habían trazado había muchas responsabilidades del ejecutor, que era yo. Digo, ¿y quién me va a controlar a mí si yo hago bien las cosas o no?. Así que les pedimos que nos acompañen.
¿Actualmente siguen con vos en Santa Cecilia?
Por supuesto. Hoy, al día, nos siguen acompañando. Si vos me permitís los quiero nombrar. Yo se los tengo que agradecer. Uno es el Dr. Andrés Baldo, el otro es Alberto Prando, que se dedica a genética, y después están Roberto Baca y Martín Bonomi. Con ellos empecé a crecer. Casi como que ellos resolvían y yo asentía, hasta que ellos me hicieron entender que tenía que empezar a decidir yo. Y eso me pasó por ahí al cuarto año. Empecé a decidir y a tomar decisiones yo aunque los consultaba, por ahí me orientaban, pero empecé a hacer mi propio camino, a prueba y error. Y al quinto año logramos el equilibrio, digamos, financiero y económico de la compañía. Y a partir de allí pudimos empezar a invertir en otras cosas.
¿Tu esposa, fundamental en el proyecto?
Sin dudas. Tengo dos hijos con ella y tres de un primer matrimonio. Tengo cinco hijos en total. Los dos con Sara se llaman Juan y Joaquín, quien vino a Palermo conmigo y el cabañero Ignacio Ledesma. Joaquín nos hizo de fotógrafo, pero también se encarga de manejar los crones cuando hacemos la fumigación. Juan y Joaquín tienen 20 años. Y de mi primer matrimonio tengo tres: Sabrina, que es médica; Emanuel, que es chef, y Melisa, que es veterinaria. Y tengo una nieta, Amparo.
¿Y tu sueño ahora cuál es, más allá de disfrutar de la vida?
Mirá, que Dios me dé vida (pausa larga, emoción de por medio…) para poder ver crecer a mis hijos. Me gustaría que la cabaña esté consolidada. Y...tener después algunos años más para decir, me dedico a la música, me dedico a la lectura. Y a disfrutar mis últimos años.
-----------------------------------
Por Darío Fariña. En la 82ª Expo Otoño Angus, campoindustria.com estuvo presente junto con: Asociación Argentina de Angus, Alfredo S. Mondino (Main Sponsors), Sáenz Valiente Bullrich, Seanmetal SRL y las cabañas: Don Romeo, Arandú, Tres Marías, La Soñada, El Paso, Zelduar, Nirihuau, San Severino, San Valentín, La Z, Nuevas Tierras, Don Romualdo y Santa Cecilia.
Próximos remates







